

Alberto Corazón cuenta que sus trabajos para la ONCE fueron un punto de inflexión de la entrada en la modernidad de España: "Fue asombroso que una entidad como esta fuera capaz de ver la necesidad de desarrollar una identidad corporativa. Lo primero que hicimos fue diseñar el cupón. Fue después cuando nos pusimos con el logotipo".
En cuanto al grado de influencia que le da a su obra el hecho de que sea antropólogo, el diseñador afirma que "el gran problema del diseño es la enseñanza. Sigue sin haber un modelo porque estamos en un territorio que está al borde de muchas disciplinas".

Alberto Corazón insiste "en el asunto de la formación, porque es muy importante para un diseñador tener una buena cultura musical, poética, literaria, etc". El diseñador afirma asimismo que, aunque a veces lo duda, "hay vida inteligente en el diseño. Pero mientras no haya gente que se crea la profesión, el diseño no será tomado en serio".
Corazón afirma que le horroriza ir al Corte Inglés o a Ikea, pero que entiende su éxito muy bien. "Porque no es sólo el diseño: hay una filosofía y un concepto del diseño en la casa ligado a lo cotidiano muy interesante. Pero el enemigo es la banalización. Hace poco llegué a la conclusión de que vivimos unos momentos de extraordinaria mediocridad".
En cuanto a la irrupción de los nuevos medios, el diseñador asegura, con un tono irónico, que "en el estudio soy bastante señorito y siempre pido que me busquen cosas en Internet, por

Se dice que un diseño es perfecto cuando es permanente en el tiempo. Corazón afirma por el contrario que "ningún diseño es perdurable como tal en el tiempo. IBM y Coca Cola, aún manteniendo el mismo diseño, van adaptándolo a cada momento".
Alberto Corazón sotiene finalmente que los medios "son en parte culpables de la banalización de la que hablamos. Efectivamente es la primacía de la estética sobre los contenidos".
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